27/11/2024
La gobernadora Kathy Hochul firmó la derogación de una norma de 1907 que criminalizaba el adulterio, calificándola como anticuada y difícil de aplicar
El estado de Nueva York puso fin a una ley centenaria que convertía al adulterio en un delito menor. La gobernadora Kathy Hochul firmó el viernes un proyecto de ley que deroga este estatuto, vigente desde 1907, calificándolo como una norma “anticuada y absurda”. Bajo esta ley, quienes fueran encontrados culpables de infidelidad podían enfrentar hasta tres meses de cárcel, aunque su aplicación fue prácticamente inexistente en las últimas décadas.
“Estas cuestiones deben ser resueltas entre las personas involucradas, no a través del sistema de justicia penal”, expresó Hochul al oficializar la decisión. Su derogación refleja un cambio cultural y legal en la percepción de temas relacionados con la vida personal, marcando un paso hacia la modernización del marco legislativo del estado.
La ley contra el adulterio en Nueva York fue introducida con el propósito de reforzar los valores matrimoniales y dificultar el proceso de divorcio, en una época donde probar la infidelidad era esencial para obtener una separación legal. Según el texto original, el adulterio se definía como “mantener relaciones sexuales con otra persona mientras uno o ambos están casados”.
El impacto inicial de esta normativa no tardó en manifestarse: solo unas semanas después de entrar en vigor, un hombre casado y una mujer de 25 años fueron arrestados bajo esta ley, según documentó un artículo de The New York Times. Sin embargo, con el tiempo, la norma perdió relevancia y fue objeto de críticas por su dificultad para ser aplicada. Desde la década de 1970, apenas una docena de casos han sido procesados, con solo cinco condenas registradas.
A pesar de propuestas para abolirla, como la planteada por una comisión estatal en la década de 1960, la ley permaneció intacta. En aquel momento, algunos legisladores argumentaron que eliminarla podría interpretarse como una aprobación de la infidelidad. Esta resistencia mantuvo vivo un estatuto que, en la práctica, había quedado obsoleto.