19/09/2022
Reino Unido pone hoy fin a los diez días de luto nacional declarados por la muerte de Isabel II con un solemne funeral de Estado en la Abadía de Westminster, el mismo lugar donde la reina fue coronada en 1953, seguido del entierro esta tarde en Windsor
La capilla ardiente cerró sus puertas a las 6:30 (hora local), poniendo fin a una cola que ha recorrido desde el pasado miércoles las orillas del Támesis a lo largo de 16 kilómetros. Más de 300.000 personas esperaron durante horas para presentar sus respetos ante el féretro de roble de Su Majestad.
Los cerca de 2.000 invitados 'in situ' al funeral comenzaron a llegar a la Abadía a las ocho de la mañana, entre ellos 500 jefes de Estado y dignatarios extranjeros, miembros de la realeza llegados de todo el mundo, militares condecorados por su servicio al país y civiles que han destacado por su labor en la comunidad.
Los líderes políticos llegaron en autobuses, así como los Reyes Felipe y Letizia, y los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía. La excepción fue el presidente de EEUU, Joe Biden, que acudió a la Abadía en su coche blindado, conocido como la "bestia", y que acabó atascado durante varios minutos en Marble Arch.
El presidente francés, Emmanuel Macron, de la mano de su muer, Brigitte, fue uno de los primeros mandatarios en ocupar asiento. Los ex primeros ministros John Major, Tony Blair, Gordon Brown, David Cameron, Theresa May y Boris Johnson entraron a la Abadía en grupo, acompañados de sus respectivos cónyuges.
A las 10:42 en punto, en medio de un silencio apabullante, el ataúd de la reina fue depositado sobre un carro de artillería utilizado anteriormente para los funerales del Rey Eduardo VII, el Rey Jorge V, el Rey Jorge VI, Winston Churchill y Lord Mountbatten. Sobre el féretro, dos coronas: la Imperial de Estado y otra de flores con plantas -de los jardines de Buckingham, Clarence House y Highgrove House- que incluía romero (símbolo de recuerdo), mirto (que representa un matrimonio feliz) y roble inglés (la fuerza del amor).
Encabezados por 200 gaiteros, más de 140 miembros de la Marina Real han tirado del carro con inmaculada coordinación a través de Parliament Square hasta la puerta oeste de la Abadía, cuyas campanas han doblado 96 veces antes del funeral, una por cada año de vida de Isabel II.
Detrás del ataúd, como ya hicieran el pasado miércoles durante su traslado desde el Palacio de Buckingham a Westminster, han caminado el rey Carlos III, sus tres hermanos -Ana, Andrés y Eduardo y sus hijos,Guillermo y Enrique.
En esta ocasión, Enrique y el príncipe Andrés han vuelto a no lucir uniforme militar, al haber sido despojados de sus tareas como miembros de la familia real. Hasta el altar de la Abadía han seguido además el féretro la reina consorte, Camilla, la princesa de Gales, Catalina , sus dos hijos -Jorge y Charlotte- y la duquesa de Sussex, Meghan.
La norirlanesa Leslie O'Brien, de 49 años, rompió a llorar y tuvo que ser consolada por su hija de 15 años, Janine. "Me ha emocionado mucho este silencio repentino", confesaba desde las vallas de Little George Street, donde vio pasar la procesión. "Hasta ahora casi no había llorado, como si no acabara de creérmelo, pero imagino que tendremos que tirar hacia delante". Madre e hija estuvieron el martes en la catedral de St. Anne en Belfast, en la bienvenida al nuevo rey: "Nunca habrá otra como ella, pero creo que Carlos encontrará su sitio. Aprenderá de sus propio errores, como estos días, pero acabará siendo un buen rey".
La ceremonia religiosa ha sido oficiada por el deán de Westminster, David Hoyle,que expresó su gratitud por el "sentido del deber" de la reina durante toda su vida. "El patrón para muchos líderes es ser exaltado en vida y olvidado después de la muerte", ha dicho durante su sermón el arzobispo de Canterbury, Justin Welby. "Su difunta Majestad declaró en su 21 cumpleaños que toda su vida estaría dedicada a servir a la nación y a la Commonwealth. Pocas veces se ha cumplido tanto una promesa".
Una de las lecturas, cargo de la primera ministra,Liz Truss, ha evocado la promesa de la vida eterna en el cielo. Minutos antes de que concluya el funeral, a las 11.55,se guardarán dos minutos de silencio en todo el Reino Unido y los aviones no podrán sobrevolar la capital.
El servicio fúnebre concluirá con el himno nacional y una pieza interpretada por el gaitero oficial de la reina. El cortejo abandonará la Abadía a las 12:15 en una procesión que recorrerá las calles de Londres hasta el Arco de Wellington, en la esquina sureste de Hyde Park, y que seguirán de nuevo los miembros de la familia real.
Hoy es festivo en Reino Unido, los colegios y la mayoría de los comercios permanecerán cerrados. A partir de mañana, 67 millones de británicos tendrán que 'despertar' de los cientos de homenajes reales, con el país prácticamente paralizado desde hace dos meses y once días.
En Londres, que ha amanecido silencioso y nublado, cientos de británicos desafiaron las bajas temperaturas y pasaron la noche al raso para tomar posiciones frente a la Abadía. Eleanor Johnson, de 62 años, fue una de las últimas en pasar a la capilla ardiente a las cinco de la madrugada y decidió quedarse a despedir el féretro.
"Pensamos que no nos iba a dar tiempo, pero la cola avanzó muy rápido al final y todos respiramos con alivio", asegura Eleanor, profesora, que llegó a Londres desde Peterborough por su cuenta. "Allí tenemos enterrada a Catalina de Aragón, nuestra reina y vuestra reina: los lazos de nuestras familias reales perduran durante siglos".