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16/05/2022

Hace 43 años está preso en una jaula de cristal subterránea

La vida del caníbal que inspiró a Hannibal Lecter. Robert Maudsley lo consideran el criminal más peligroso de Inglaterra

Robert Maudsley tiene 68 años, está detenido en una caja de cristal bajo tierra y no puede tener contacto con ningún otro preso. Mató a cuatro personas y comió parte del cerebro de una de sus víctimas. Cómo vive y qué piensa el asesino en serie que dice estar “feliz y contento en solitario”.

En la prisión de Wakefied, Inglaterra, se oculta la mayor atracción de ese zoológico de humanos enjaulados: bajo tierra, en una caja de cristal antibalas de 5,5 metros de largo por 4,5 metros de ancho, se exhibe desde hace poco más de 40 años -como un animal en extinción y único en su especie encerrado en ese museo de atrocidades- al asesino serial y caníbal Robert Maudsley, según publica Infobae.

El caso inspiró a El silencio de los inocentes que protagoniza Anthony Hopkins. Al igual que el verdadero criminal, el protagonista era encerrado en una caja de vidrio. Maudsley tiene 68 años, sólo puede salir una hora de esa pecera sin agua a hacer ejercicio, es custodiado por seis guardia y no puede tener contacto con ningún otro preso.

En 1974 fue detenido por el asesinato de Jonh Farrel. Y en prisión, mató a otras tres personas. Por ello fue considerado el asesino más peligroso de Reino Unido, apodado el Hannibal Lecter inglés, porque llegó a comerse el cerebro de una de sus víctimas. En su celda, única en el mundo, Maudsley solo tiene espacio para una cama, una mesa, una silla, un laboratorio y un inodoro. Durante 23 horas no ve la luz del día. Es, como dice él, un muerto en vida que fue enterrado en un ataúd de vidrio.

La cabeza de la víctima quedó destrozada. La destruyó con una cuchara y, según testificó un guardia, comió parte del cerebro del asesinado. Lo condenaron y fue llevado a la cárcel de Wakefield, donde lleva 44 años detenido.

A pesar de estar encerrado, logró asesinar a otros dos compañeros en el patio. Estranguló y apuñaló en repetidas ocasiones a Salney Darwood, con un cuchillo artesanal que había hecho a partir de una cuchara sopera. Con la misma arma, le abrió el cráneo a William Roberts.

En la última jornada del juicio, Maudsley confesó: “Me hubiese gustado matar a mis padres. De haberlo hecho, toda esta gente no hubiese muerto”. Su infancia había sido muy dura.

Nació en 1953 en Liverpool. Fue el cuarto de 12 hermanos. No tuvo casi contacto con sus padres porque lo internaron en un orfanato. Volvió a su casa a los ocho años, pero su padre lo golpeaba con dureza y él se la pasaba encerrada en su habitación. De niño, había encontrado su propia prisión. En su casa.

En 1983, las autoridades penitenciarias lo calificaron como el preso más peligroso de Reino Unido. Le prohibieron el contacto con los otros internos y lo encerraron en una caja de cristal en el sótano para que cumpla sus cuatro cadenas perpetuas.

El caníbal, que aún no perdió la lucidez, escribió en hace 22 años una carta publicado por el diario The Sun: “¿Para qué sirve tenerme encerrado 23 horas al día? ¿Por qué molestarse en alimentarme y darme una hora de ejercicio al día? ¿Para quién represento un peligro? Por mi tratamiento actual y confinamiento, siento que todo lo que tengo que esperar es un daño psicológico, una enfermedad mental y un probable suicidio”.

Además pedía que le dejaran ver televisión, tener un loro, escuchar música o, en el peor de los casos, le dieran cianuro para morir. “Me ven como un problema y lo solucionaron con un encierro solitario y enterrado vivo en un ataúd de hormigón”, le escribió a su sobrina Claire Maudsley, con la única persona que tiene contacto. Ella se siente fascinada con el “tío Bob”. Y aclara: “No todo el mundo tiene un asesino en serie en la familia”.