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14/09/2021

El Papa pidió que el cristianismo no se transforme en "un símbolo político"

Desde Eslovaquia, el sumo pontífice mostró su rechazó a la instrumentación de la religión por parte de algunos líderes centroeuropeos conservadores.

El papa Francisco pidió hoy desde Eslovaquia que el cristianismo no se transforme en "un símbolo político" en su tercer día de actividades en el país como parte de una gira que también incluyó Budapest y en la que el pontífice muestra su rechazó a la instrumentación de la religión por parte de algunos líderes centroeuropeos conservadores.

"No reduzcamos la cruz a un objeto de devoción, mucho menos a un símbolo político, a un signo de importancia religiosa y social", imploró el pontífice al celebrar en Presov, en el este del país, la Divina Liturgia con el rito bizantino, una celebración típica de una de las ramas del catolicismo más presentes a nivel local.

La visita del Papa a Eslovaquia para una gira de cuatro días tras haber estado menos de siete horas en Budapest, acompañado por Télam como único medio latinoamericano a bordo del avión papal, es vista como un fuerte apoyo a la mandataria Zuzana Caputova, una aboga ambientalista opuesta a los líderes conservadores cristianos de la región como el húngaro Viktor Orban.

Tanto Orban como su aliado italiano Matteo Salvini, otro referente de la derecha continental, se muestran a menudo con crucifijos y cruces como forma de ratificar su creencia en las "raíces cristianas" europeas, que manipulan para justificar sus posturas antiinmigrantes y homofóbicas.

"El testigo que tiene la cruz en el corazón y no solamente en el cuello no ve a nadie como enemigo, sino que ve a todos como hermanos y hermanas por los que Jesús ha dado la vida", agregó el pontífice.

En ese marco, el reclamo de este martes se lee en continuidad con la crítica que Jorge Bergoglio hizo ayer en Eslovaquia contra "las manipulaciones que instrumentalizan la religión".

Durante la celebración de hoy con más de 40.0000 personas en la explanada del palacio deportivo comunal, el Papa recordó además a los "mártires" perseguidos durante la época del régimen comunista en el país.

"Pienso en los mártires, que testimoniaron el amor de Cristo en tiempos muy difíciles de esta nación, cuando todo aconsejaba callar, resguardarse, no profesar la fe. Pero no podían dejar de dar testimonio. ¡Cuántas personas generosas aquí en Eslovaquia sufrieron y murieron a causa del nombre de Jesús!", lamentó el Papa.

Cerca de 117.000 católicos profesan el rito bizantino en Presov, la tercera ciudad del país, a la que que el entonces Papa Juan Pablo II consideró en 1995 durante su visita como un lugar de encuentro "entre Oriente y Occidente".

"El este de Eslovaquia es una zona geográfica en la que coexisten desde hace siglos los católicos de rito latino y bizantino y en la que, avanzando hacia el este, en dirección a Ucrania, la presencia del cristianismo ortodoxo es también muy fuerte", explicó en diálogo con la prensa que acompaña al papa en el viaje el sacerdote Marko Durlák, sacerdote de la archieparquía greco-católica de Presov, encargado del aspecto litúrgico de la celebración del rito bizantino.

La liturgia en rito bizantino presidida por el Papa se diferencia de la tradicional celebración católica por la "diversidad exterior que se manifiesta en la forma en que se desarrollan las dos partes de la liturgia: hay diferentes ornamentos, diferentes colores", según explicó Durlák.

"En el Oriente cristiano, el pan con levadura y el vino tinto se utilizan comúnmente para la Eucaristía; hay diferentes himnos, diferentes melodías... Todo ello se debe al contexto histórico y cultural en el que nacieron estos diferentes ritos", explicó el sacerdote.

La Iglesia católica de rito latino, o greco-católica, fue prohibida en la entonces Checoslovaquia en 1950 y pudo reiniciar su actividad recién en 1968, en los años posteriores a la denominada "Primavera de Praga".

La celebración de Presov fue la primera actividad de una jornada en la que Francisco también visitará un barrio gitano y se reunirá con jóvenes eslavos en la ciudad de Kosice, la segunda más grande del país.