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11/06/2022

E.T cumple 40 años: el film de terror que no fue, la escena que cortaron y en quién se inspiraron para construirlo

Cómo nació la idea de contar la historia de un extraterrestre tierno. El recuerdo de la infancia de Spielberg que la generó. El rechazo por parte de su estudio. La elección de los niños en el casting. La innovación con la banda de sonido

Breve aclaración previa: no quiero, estimado lector, que se ponga de mal humor ni que se deprima. Pero es mi obligación informarle que hoy se cumplen cuarenta años del estreno de E.T.

Si usted, como yo, la vio en las salas cuando se estrenó, no podrá dejar de asombrarse, y hasta de lamentarse, por el paso del tiempo. Melissa Mathison le entregó a Spielberg un guión que se llamaba E.T. and Me (durante el rodaje posterior el proyecto tuvo el título provisorio de A Boy’s Life).

Contenía todas las ideas que ellos habían hablado y mucho más. El director lo calificó como un guión perfecto. “Sólo alguien como Melissa, con esa generosidad y un corazón inmenso, podía escribir algo así”, dijo Spielberg. A pesar de eso, luego tuvo algunas reescrituras en las que se incorporaron escenas como las de la borrachera de E.T. y la de la persecución final.

La película tiene su obvio clímax en la persecución en bicicleta, una escena épica que logra conmover cada vez. Están los momentos de desolación del chico, la preocupación por el destino de E.T., lo emocionante de la cofradía fraternal de los tres chicos.

Pero también, como en todo el cine del director, hay grandes momentos de humor: la escena de la pelota de béisbol, cuando E.T. se camufla de juguete para que la madre no lo encuentre, su borrachera o cuando sale disfrazado de mujer. Todo esto hubiera sin imposible de lograr sin un gran casting de los niños protagonistas y sin un ET convincente.

Elliot sufre el abandono de su padre, no entenderse demasiado bien con su hermano mayor, las ocupaciones de la madre. Y encuentra en ese extraterrestre que fue abandonado en un planeta ajeno a un amigo, a alguien con quien poder comunicarse. “Los adultos no lo pueden ver” dice Elliot.

El gran secreto de Spielberg, narrador hipnótico, es que nunca abandona la mirada de Elliot, todo está mostrado y visto a través de sus ojos. Por eso la cámara está al altura de sus ojos y de los de E.T. (otra gran decisión es que los dos sean de tamaños similares, para reforzar esa idea de pares), por eso muchos adultos aparecen cortados por la cintura o por el pecho, saliendo del cuadro, por eso muchas de las cosas parecen gigantes, fuera de escala para ellos dos.


Todo esto hubiera sin imposible de lograr sin un gran casting de los niños protagonistas y sin un ET convincente.

Henry Thomas tenía 11 años cuando llegó al casting de E.T. En realidad no llegó, lo fueron a buscar. Spielberg ya tenía cerrado el resto del elenco pero no lograba encontrar al protagónico. El papel era exigente y en esa relación entre el chico y el extraterrestre se jugaba el destino del film. El director de la película Raggedy Man lo recomendó. La audición puede verse en You Tube. Un primer plano de Henry con una remera naranja con cuello blanco. Escucha atento las indicaciones de Spielberg. Va a pasar la escena en el que un oficial de la NASA le cuenta que se van a llevar a E.T. y él le dice que eso no puede ser, que es suyo, que es su amigo. Debe tratarse de una de las pruebas de casting más extraordinarias y conmovedoras de la historia. El chico se enoja, sufre, traga con dificultad, las lágrimas inundan sus ojos y luego caen al piso casi sin rozar su cara, paralelas a sus mejillas. No hay ni un exceso, ni impostación. Emoción genuina, talento natural. Apenas termina el diálogo se escucha la voz de Spielberg: “Nene, el trabajo es tuyo”.

El film se estrenó el 11 de junio de 1982, hace cuarenta años. Se convirtió en un enorme éxito. En poco tiempo se transformó en la película más taquillera de la historia hasta ese momento. Esa, la de la que más recaudó durante el siglo XX era una carrera sólo de dos: George Lucas y Steven Spielberg. Tiburón fue desplazada por Star Wars y ésta por E.T., y once años después Spielberg se batió a sí mismo con Jurassic Park. Consiguió en la taquilla más de 800 millones de dólares y su permanencia en las salas también constituyó un hito.

E.T. se transformó en un fenómeno. Hubo libros, posters, remeras, toallas, lapiceras y muñecos. Y tuvo su frase célebre, que se instaló en la cultura popular: E.T. phone home. Otra gran fuente de recaudación debió esperar unos años. Spielberg se negó durante un largo tiempo a que fuera editada en VHS. Insistía en que era una experiencia para vivir en una sala. Eso sólo logró generar mayor expectativa. Cuando finalmente salió en ese formato –en un video cassette verde para desalentar o al menos poner en evidencia a la piratería- en pocos meses recaudó más de 15 millones de dólares.