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03/04/2023

Boca celebra sus 118 años de vida: La historia de su nacimiento

El Xeneize celebra un nuevo aniversario de su fundación con una caminata desde la Bombonera hasta la Plaza Solís

En abril de 1905, cinco jóvenes del barrio de La Boca decidieron crear un nuevo club de futbol para canalizar una incontenible pasión popular.

Los impulsaba un espirituludico acorde con el romanticismo de la epoca, desprovisto de mezquindades protagónicas. Solo les importaba cultivar el futbol por el futbol mismo. Y sostener izado al orgullo zonal en los torneos barriales que movilizaban a la Buenos Aires de principios de siglo.

Sin saberlo, habían sembrado la semilla de un grande del futbol mundial.

La Fundación:

El futbol, ese juego que los marinos ingleses solían practicar en los descampados vecinos al puerto, había desperdigado sus semillas entre la muchachada porteña y hasta había arañado una porción de popularidad impensada en las páginas de los periódicos, que reflejaban los triunfos concataneados de Alumni, una verdadera escuela de campeones.

En cada potrero de cada barrio, vitaminizados con el ímpetu de lo inédito, los adolescentes cincelaban la técnica e imaginaban un horizonte con la silueta recortada de su propio equipo, el que defendiera el honor mediático del terruño y los elevara a la consideración popular.

Para los cinco amigos, era ahora o nunca. Baglietto, Alfredo Scarpatti y Santiago Pedro Sana eran compañeros en el colegio comercial donde el irlandés Paddy Mc Carthy enseñaba, además de boxeo, los argumentos basales del futbol. Y los hermanos Juan Antonio y Teodoro Farenga, brotes emblemáticos del barrio y amigos sin dobleces de los otros tres, reafirmaron el impuso, que ni siquiera pudo fisurarse cuando visitas imprevistas arribaron a la casa de Baglietto. «Vayamos a la plaza, esto tenemos que definirlo ahora», deslizo Scarpatti, el más vehemente de los cinco. Y en un banco de la Plaza Solís, debajo de un árbol añoso, rubricaron lo que ya venían modelando: harían un club de futbol.

El rumor por los adoquines y a las pocas horas se adosaron otros ilustres de la barriada: el Chino Vergara, Canevaro, Carrega, Priano y el viejo Brichetto.

La base de los jugadores de Independencia, que había conquistado 18 trofeos en los certámenes de la zona portuaria, no tardaron en arrimarse al fogón de los pioneros para conformar el primer plantel.

El trayecto hacia la trascendencia restaba una decisión liminar: el nombre del club. Pero la modalidad de la epoca despejo las discusiones.

Como estilaba mencionar al lugar de radicación de la institución – en este caso La Boca, la denominación cayo de madura: Boca. Y el agregado de Juniors fue una sugerencia de Santiago Pedro Sana, avanzado estudiantes de la lengua inglesa.

En aquel entonces, un oportuno agregado en ingles realzaba cualquier nombre, le otorgaba un status irresistible. Y esa fue la razón sustancial que le torció el brazo a los otros tres nombres postulados: Defensor de la Boca, Hijos de Italia y Estrella de Italia.

La historia de la elección de los colores de Boca

Durante varios años, el Xeneize careció de colores que lo identificaran. Supo lucir algún tiempo una casaca celeste, también otra con finas rayas azules e incluso una camiseta blanca con franjas verticales negras diseñada por Manuela, la hermana de los Farenga. La única condición que había por aquel entonces era que esas rayas no fueron rojas.

Aunque parezca ilógica, la explicación de esta decisión nada tenía que ver con River.

Más bien, estaba directamente vinculada con Alumni, equipo inglés que dominaba por aquella época y portaba los colores rojo y blanco.

La solución a este vacío de colores en Boca la aportó Juan Bricchetto, quien trabajaba en el puente del Riachuelo, por donde pasaban los barcos a vapor. Allí vio atracado a un buque sueco y se le ocurrió que el Xeneize podía tomar los colores de su bandera. Finalmente, en 1913 el conjunto de La Ribera adoptó como propia la tradicional camiseta azul con la franja horizontal amarilla.